STEVEN GERRARD: LEGEND
OF LIVERPOOL
Gerrard llegó al Liverpool con 8 años. Fue escalando
poco a poco por todas las divisiones inferiores, hasta que un frío dia de Enero
debutaba con el primer equipo en la Premier League, con tan sólo 17 años. Desde
aquel frío día de su debut hasta que abandone el club, al término de esta
temporada, habrán pasado 17 años.
Steven ha pasdao mas de media vida unido al club que
ama, club con el que soñaba jugar desde pequeño, y del que siempre ha sido un
hincha más cantando el “You´ll never walk alone”.
Casos como el de Gerrard son un oasis en el desierto
de un futbol que hace muchos años dejó de ser un deporte en el que se jugaba por
amor a unos colores para convertirse en un gigantesco negocio que genera
millones y millones de ganancias a jugadores que se venden al mejor postor. De
hecho, se pueden contar con los dedos de las manos los jugadores que eligen ser
una leyenda de su club, antes que sucumbir a los colores de una mareante
oferta.
Claro que una historia no puede ser historia sin
reconocimientos, y la leyenda de Gerrard no estaría completa sino estuviese
acompañada de victorias y títulos importantes. El triunfo más recordado por
todos es aquella final de la Champions League de 2005 que el Liverpool ganó en
los penaltis, tras una excelente remontada al Milán.
Siempre con el número 8 a la espalda, dorsal que
muchos aficionados ya piden que se retire de las camisetas del club.
Gerrard se caracteriza por su entrega y por su
exquisita pegada de balón. Hizo goles de todos colores y formas, pero lo que lo
elevó al Olimpo de los dioses es que el centrocampista inglés corría hasta el
último segundo cada partido que disputa. Es el termómetro del Liverpool, por
él, y sólo por él han pasado los mejores momentos de los históricos Reds en los
últimos 20 años.
Nunca se dejó seducir por las suculentas ofertas de
equipos muchos más poderosos. Gerrard simplemente quería jugar con el equipo
del que es hincha. El hincha convertido en capitán e inmortalizado como leyenda.
Por siempre a tus pies, mi capitán.
Gracias, Steven.
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