A simple vista puede parecer que no existe relación alguna entre el fútbol y la filosofía, sin embargo, en el fútbol hay filosofía y filósofos, porque hay estrategia, táctica, reflexión, saber, pensamiento, teoría y conocimiento. Y allí donde hay pensamiento y conocimiento, hay filosofía.
Por ejemplo, existe un fútbol pitagórico, que se basa en un orden geométrico dentro del terreno de juego, el cual encumbra la táctica por encima del talento, la estética y los detalles sin controlar.
Hay idealismo futbolístico, representado por los directores técnicos que se empeñan en defender su sistema de juego por encima de todo, luchando por su idea de juego contra viento y marea, pero también hay pragmatismo, es decir, hay entrenadores que buscan el resultado final por encima de todo, sacrificando cualquier relación entre la belleza y el fútbol.
También existe un fútbol maquiavélico, aquel que busca ganar a toda costa, ganar sin ningún remordimiento, buscando la victoria y justificando cualquier medio para llegar al fin. Es el caso del argentino Carlos Bilardo, cuya máxima expresión es la famosa "Mano de Dios", es decir, el gol que le hizo Diego Armando Maradona a Inglaterra en los Cuartos de Final del Mundial de México en 1986, en el cuál Argentina salió campeona de aquel Mundial. O incluso podríamos referirnos a Roberto Di Matteo, conocido como el Maquiavelo del fútbol moderno, un entrenador que genera antipatías y caracterizado por construir lo más parecido que existe a una muralla ultradefensiva con su equipo.
Existe el fútbol Sartre, conocido vulgarmente como fútbol aburrido, encarnado en aquellos que clubes que atraviesan una crisis de identidad, porque no encuentran sentido a su existencia, no saben como jugar, cual debe ser su estilo, ni a que aspiran con sus triunfos o derrotas.
Pero también existe el fútbol que combina la belleza y el arte con el resultado, como el practicado por el tan famoso y exitoso FC Barcelona de Pep Guardiola, o recientemente el de Luis Enrique. Incluso el Bayern Münic del propio Guardiola. Cuando en el fútbol, sobretodo en el europeo predominaba la condición atlética, la velocidad, y la potencia por encima del talento, Guardiola rescató el legado histórico y de leyenda que dejaron Johann Cruyff y Frank Rijkaard, y de manera dialéctica supo llegar a combinar la estrategia y la táctica hasta encontrar la victoria a través de la belleza. En este último sentido hay una frase del argentino Jorge Valdano, al que se le califica de filósofo del fútbol: "Ganar queremos todos pero sólo los mediocres no aspiran a la belleza".
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